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Las viviendas se encuentran justo debajo del cerro. Alfredo Aguilar

«Vivimos en peligro desde hace años»

Vecinos de Beas de Guadix piden que se eche abajo el cerro situado detrás de sus viviendas o que sean realojados por miedo a los desprendimientos como el de la semana pasada

Sandra martínez

Beas de Guadix

Sábado, 6 de noviembre 2021

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Águeda lleva más de diez años denunciando la situación en la que vive junto a sus tres hijos y su marido enfermo. Su vivienda está excavada en la parte inferior del Cerro de los Algarbes y forma parte de las famosas casas-cueva del terreno arcilloso de la comarca de Guadix. Sin embargo, esconde un gran peligro: el derrumbe de los metros y metros de tierra que se ubican en la parte superior y posterior de su hogar. En 2012, se vino abajo y su casa quedó totalmente sepultada. Todavía hoy, se aprecian cúmulos de tierra y rocas que no pudieron terminar de quitar. «Estábamos dentro y el cerro empezó a venirse abajo. No nos dio tiempo a coger nada. Salí corriendo con mi hija de tres meses en brazos mientras las piedras me caían sobre los pies», afirma.

El desprendimiento de parte de las Cuevas de los Algarbes hace una semana ocasionó el cierre del Centro de Interpretación del municipio y despertó el temor de cerca de diez familias a que el cerro cayese sobre sus casas. El reciente desplome se produjo sobre un huerto y no hubo que lamentar daños humanos, por lo que se procedió a vallar y reforzar la zona, según informaron desde el Ayuntamiento de Beas a este periódico.

Los vecinos muestran el deterioro de sus viviendas y los desprendimientos. Alfredo aguilar
Imagen principal - Los vecinos muestran el deterioro de sus viviendas y los desprendimientos.
Imagen secundaria 1 - Los vecinos muestran el deterioro de sus viviendas y los desprendimientos.
Imagen secundaria 2 - Los vecinos muestran el deterioro de sus viviendas y los desprendimientos.

Hace más de una década, fueron desalojados por esta misma situación y algunos de ellos estuvieron hasta dos años viviendo en las instalaciones del consultorio médico o la asociación de mujeres del pueblo. Después, tuvieron que volver a habitar sus viviendas medio derruidas porque no tenían otro lugar al que ir. «Nos echaron como si fuésemos animales. Y si no salíamos, llamaban a la policía. Nos quedamos en la calle con niños pequeños; por eso tuvimos que volver», explica Águeda.

Aunque los hundimientos se han producido por la parte contraria a donde se sitúan sus casas, tienen miedo de que esto pueda volver a repetirse y esta vez los grandes trozos de tierra caigan sobre sus tejados

Antonio lleva toda la vida viviendo en el barrio. No quiere dejar atrás su hogar. Solo pide una solución que le permita seguir ocupando su vivienda de forma segura. «Tendrían que haberlo tirado antes de que pasase nada, porque en cualquier momento esto se viene abajo y nos hace las casas pedazos», asegura.

«Vivimos con peligro de derrumbe desde hace años y no nos dan ninguna solución. Nos dicen que nos vayamos de alquiler o que nos vayamos a vivir con algunos de nuestros familiares», afirma Ana María, otra de las vecinas.

Los que viven por la parte más cercana al cerro han tenido que cubrir parte de sus patios con chapas por la caída continua de rocas. El temor aumenta los días de tormenta o fuerte viento, lo que hace que Ana María, su marido y sus tres hijos tengan que irse a casa de sus familiares por miedo a que la montaña de arcilla se venga abajo y provoque el hundimiento de sus tejados. «Vivimos debajo de un cerro rajado con continuas caídas de piedras que incluso han llegado a romper nuestros tejados o ventanas».

La casa de Santiago se encuentra, literalmente, debajo de la tierra. Algunos palos de madera hacen de marco de la puerta y sujetan el cerro en su entrada. En su interior, se visualiza una cama, pero nada más. A la derecha de su vivienda, se visualizan grandes porciones de tierra que se desprendieron hace unos días. «Las condiciones en las que vivimos son inhumanas. A esto no hay derecho. Que alguien nos explique cómo esto se permite».

Numerosas grietas se observan en la parte superior de la montaña de tierra y amenazan con caer. El interior de sus viviendas también peligra, ya que, al no estar reforzadas, pueden venirse abajo en cualquier momento. «No pedimos que nos regalen una casa, tan solo que tengan en cuenta nuestra inseguridad y nos ofrezcan otro lugar, que quiten parte del cerro o que se sujete con un alambrado potente. Este lugar no está para vivir», añaden. Además, denuncian que llevan años diciendo que se lo iban a arreglar pero no les ofrecen ninguna solución, por lo que demandan algún tipo de ayuda para sus viviendas.

Solución cuanto antes

La alcaldesa de Beas de Guadix, Rosa Martínez, asegura que un nuevo técnico ha evaluado la zona afectada este viernes «para poder darle una solución cuanto antes» y que esta va a consistir en quitar las partes que tengan más peligro de desprendimiento y situar unas vallas protectoras para que, mientras duren los trabajos de reformas, las viviendas no se vean afectadas por posibles desvanecimientos. «Los técnicos de las empresas valorarán también si es necesario el desalojo de los familias que viven allí», señala.

Asimismo, indica que la mejor solución sería que las personas que viven allí fuesen realojadas en otro lugar, pero que actualmente el ayuntamiento no cuenta con terrenos para edificar casas para ellos, por lo que ha solicitado ayuda a la Diputación.

La mayoría de las familias allí presentes, con niños pequeños y adolescentes, no tienen recursos para adquirir otras viviendas y otras tantas tampoco cuentan con escrituras, lo que dificulta aún más que desde las administraciones les puedan proporcionar un hogar. «Nos hemos realojado nosotros mismos porque no tenemos dónde meternos. Los animales viven mejor que nosotros, sentencian.

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