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Jorge Pastor
GRANADA
Miércoles, 14 de noviembre 2018
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Eran las seis y media de la tarde cuando José, de 63 años, se asomaba a la ventana de su domicilio en la calle Fuengirola de la Barriada de Andalucía de Guadix. «Primero vi una llamarada muy potente, de colores rojos y amarillos, enseguida tembló la tierra como si se tratara de un terremoto y después el pepinazo», explica José, que vive a unos trescientos metros en línea recta de la pirotecnia María Angustias, que explotó el lunes por la tarde con el fatídico resultado de tres personas muertas y tres heridos leves por inhalación de humo. «Mi hijo, que estaba en ese momento entrando al garaje, vio como el portalón se abría de un golpetazo», refiere José, que en los más de treinta años que lleva en la barriada de Andalucía asegura haber vivido hasta cuatro episodios de estas características. «En una ocasión nos tuvimos que meter en el hueco de la escalera porque pensábamos que todo se iba abajo», recuerda.
El testimonio de José es el testimonio del miedo. Del día después de una ciudad pequeña y amigable, Guadix, donde todo el mundo se conoce. Donde todo el mundo conocía a Miguel Pérez Carmona, de 30 años; Eduardo Huete Gómez, de 52; y José Morales Aparicio, de 55, las tres víctimas de este penoso siniestro. El 12 de noviembre de 2018, cuando ocurrió todo, difícilmente se olvidará. Un dolor que se hará más patente si cabe hoy, cuando la Catedral acoja el funeral por estos tres accitanos, que estará presidido por el administrador diocesano José Francisco Serrano y los sacerdotes de las demás parroquias de Guadix. Se espera una ceremonia multitudinaria. Los cuerpos fueron velados ayer por la tarde en el Tanatorio de Guadix.
En la barrida de Andalucía -trescientas viviendas-, el barrio más cercano a la pirotecnia María Angustias, también necesitarán tiempo para sobreponerse. «Aún estoy temblando», aseguraba Vanessa mientras pasaba el fregón por el pequeño porche del hogar familiar. «Estaba esperando a mi madre para tomar el café, cuando el suelo se tambaleó; la llamé llorando para que viniera», comentaba Vanessa. Mari, su progenitora, dice que el estruendo se sintió en todo Guadix y también en municipios cercanos como Benalúa, desde donde recibió una llamada para interesarse sobre lo que había pasado. «Yo estaba en la avenida Medina Olmos, en el mismo centro de Guadix, y noté perfectamente que la acera se movía», señalaba Mari, quien sí se mostraba a favor de que este tipo de industrias cambien a ubicaciones más alejadas.
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