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Jesús Javier Pérez
Guadix
Viernes, 18 de enero 2019
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La localidad de La Calahorra se despide del que ha sido el castillero durante las últimas décadas. Antonino Tribaldos nació en el castillo aunque se encargó de guardar celosamente su edad, «es mejor cortar ahí», comentó en alguna entrevista a IDEAL. Pocas personas en el mundo pueden presumir de haber tenido como patio de juegos un auténtico castillo. «Esa era la guerra que teníamos con mi madre», comentaba Antonino, que añadía a su comentario que de niño no se ven los peligros que sí ven los mayores. El edificio fue su casa y la de su familia hasta hace pocas décadas y allí nacieron incluso algunos de sus sobrinos.
A principios de la década de los 80 del siglo pasado la familia dejó de habitarlo, «por las comodidades». Algunos de los adelantos como el agua necesaria para poner una lavadora no llegaban con la suficiente fuerza, así que «lo que antes era la comodidad, dejó de serlo». También influyó el modo de vida actual, «porque antes se compraba en grandes cantidades, o se amasaba para una semana, ahora el pan no vale de un día para otro», comentó.
A pesar de la mudanza, Antonino siguió vinculado al castillo y cada miércoles continuó fiel a las visitas de los turistas.
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